La Cordillera Oriental de Colombia
es
un cinturón orogénico divergente
que
ha experimentado una evolución
geológica
compleja a lo largo de
millones
de años…
Aclaración:
la Cordillera Oriental es
donde
queda el Chicamocha Medio,
nuestros
pueblos, nuestras montañas,
nuestros
páramos… nuestra tierra.
No es necesario emular a Dante para describir las vivencias en lo que llamamos Chicamocha Medio, sobre todo en esos trágicos cuatro primeros meses de 1895, antes que una situación heroica es más la descripción de la misma descomposición del ser humano, cuando los límites del ego se anteponen ante la vida, generalmente de los demás; y es eso lo que obligó al General José Gregorio Rafael Reyes Prieto a movilizar 3000 hombres, quienes desde Santafé de Bogotá cruzaron el Páramo Boyacense para llegar a Santander y por esos caminos, con su avituallamiento de guerra, el 15 de marzo de 1895 protagonizar uno de los episodios más sangrientos de la historia de Colombia, cobrando la vida de más de 1000 hombres, en lo que se recuerda como la Batalla de Enciso.
En 53 días cambió la historia del comercio entre el
centro del país y Venezuela por los caminos que terminaron señalando el
recorrido para consolidar los sueños que unirían a la misma política en los
deseos de desarrollo verdadero para el Estado y su sociedad… No iba a ser la
primera vez y tampoco la última, pero sí una de las más difíciles y añoradas,
se pretendía partir una cordillera en dos, exactamente, la Cordillera Oriental
de los Andes colombianos.
La historia del Chicamocha Medio, no solo ha
involucrado la formación propia del majestuoso Cañón, también la interacción
que dieron sus habitantes desde hace 3000 años con el entorno, la construcción
de una lingüística entre Muiscas y Chitareros, su forma de
interpretar la vida y la sociedad, la relación que siempre tuvieron con la
naturaleza, muy controversial a los conceptos actuales y tal vez a una imagen
que se les quiere implantar para construir idealismos por validar…
Lo que sí es claro, es la expansión cultural, al
involucrar los elementos de la colonia, entre dioses, fuego y lanzas,
terminaron por amalgamar una nueva sociedad, capaz de interpretar su propia
realidad, transformarse a sí misma y transformar el entorno a sus necesidades…
una sociedad capaz de hacer cosas, tristemente sometida a la lentitud del mismo
Estado.
La política de finales del siglo XIX y principios del
siglo XX se trenzaba en un valor que se ha perdido y que difícilmente se va a
poder recuperar, una frase para algunos controversial, podemos decir que era el
arte de pararse en la raya, como varones; para esas épocas, liberales y
conservadores tenían intereses disímiles, pero también intereses comunes; la
visión del general Reyes compaginaba con las proyecciones del también
General José Pacífico Solón Wilches Calderón; en su interpretación del
desarrollo comercial, industrial y de la infraestructura como empoderamiento
del Estado… tras la muerte del General Wilches, para Reyes fue
mucho más fácil retomar ciertos tragos amargos del pasado y más fácil cuando en
el escenario aparece un personaje crucial en el desarrollo de los eventos,
natural de Chitagá, Norte de Santander, el General José Rafael
Ramón Eufrasio de Jesús González Valencia, ¡sí!, ese que solo
recordamos por el Hospital y la Avenida en Bucaramanga… célebre por
invocar a la Fe y por qué no a Dios, haciendo voto de castidad a cambio de ser
beneficiado por la voluntad Divina en muchas de sus batallas, aquellas que
libraba a finales del siglo XIX; voto de celibato que le fue levantado en
Duitama el 9 de marzo de 1905 por Monseñor Francesco Ragonezzi, para ese
entonces Nuncio de Su Santidad en Colombia; no gratuitamente, obvio, a cambio
de esta dispensa, el General debería, de forma “voluntaria”, renunciar a
la vicepresidencia de Colombia.
El General José Rafael Ramón Eufrasio de Jesús
González Valencia, entre 1904 y 1905, fue Vicepresidente del gobierno de Rafael
Reyes; en 1910 fue elegido presidente de Colombia, ocupando el cargo desde
el 4 de agosto de 1909 hasta el 7 de agosto de 1910, su presidencia se dio tras
la renuncia de Reyes y retomó las ideas de infraestructura y desarrollo del
Estado… Conocido como “El Bayardo Colombiano”, se apropia con
razón y causa del proyecto para cruzar la Cordillera Oriental… la protagonista
de esta historia, la Ruta 55, la misma Carretera Central del Norte,
que ahora llaman Troncal Central del Norte, en otras palabras la que va
de Tunja a Pamplona por Málaga.
Y esta es su historia… tras la colonia, nace la necesidad
de enlazar las provincias de Santafé de Bogotá y Tunja del Nuevo Reino de
Granada, la Provincia de Tunja comprendía los actuales territorios colombianos
de Boyacá, Socorro (Santander) y Pamplona (Norte de Santander); el camino real
en el centro-oriente del Nuevo Reino de Granada partía de Santafé de Bogotá,
seguía la vía a Tunja y continuaba por Soatá y Tipacoque a Capitanejo y Málaga
(Santander), hasta llegar a Pamplona, Cúcuta y Mérida (Venezuela); este camino culminaba
en Caracas; Simón Bolívar transitó por el camino real de Bogotá hacia
Tunja y Caracas, en 1826, según bitácora de viaje, se desplazó de Bogotá a
Chocontá y Tunja, demorando cinco días, luego de Tunja por la vía de Belén a
Soatá y Capitanejo para seguir a Pamplona y Cúcuta en once días.
El presidente Tomás Cipriano de Mosquera, en su
cuatrienio gubernamental de 1845 a 1849, se preocupó por la construcción de los
caminos de la Nueva Granada, aprobó el Plan Vial Mosquera, mediante la
ley del 7 de mayo de 1845, sobre caminos nacionales; como era lógico, uno de
los caminos nacionales que se aprobó fue el de Bogotá –Chocontá – Tunja – Tipacoque
– Capitanejo – Málaga – Almorzadero – Pamplona - Puerto de los Cachos y San
Buenaventura en el Zulia.
Desde 1905, el presidente Rafael Reyes, natural de
Santa Rosa de Viterbo, Boyacá, impulsó la construcción de la carretera Central
del Norte, llevándola hasta su ciudad natal, en un trayecto de 230
kilómetros, dejándola apropiada para el tránsito de automóviles, así los
caminos coloniales se fueron convirtiendo en carreteras.
Las gestiones del “Bayardo Colombiano”, General
González Valencia, llevaron para que el Ministerio de Obras Públicas de
1916 consolidara esta vía sobre los tramos de Boyacá y estuviera construida
desde Tunja en dirección a Soatá, pasando por La Paz, Sátiva y Susacón;
mientras tanto, en Santander se trabajaba en la carretera entre Capitanejo y
Málaga; y en Norte de Santander, la carretera entre Pamplona y Cúcuta; como era
de esperarse, en Cundinamarca la carretera Central del Norte tenía construidos
en su totalidad los 115 kilómetros.
En el gobierno del presidente Gustavo Rojas Pinilla
(1953-1957) se amplió y se pavimentó la carretera de Bogotá a Tunja… llegando
en este momento a un verdadero trancón de casi 70 años, gobiernos vinieron y
pasaron… la Iglesia puso su cuota, acciones directas ante el gobierno nacional;
fueron escuchadas la voz de Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía y Monseñor
Víctor Manuel Ochoa Cadavid, en su momento obispos de la Diócesis de
Málaga Soatá, la del Chicamocha Medio, con tropiezos y vericuetos
dieron sus frutos… con la ayuda de la providencia se removió el derrumbe
burocrático en torno a la ruta 55…
El 20 de abril de 2024 y después de una iniciativa que
solo tardó 119 años, en su momento, unió a liberales y conservadores, enfrentó
más de dos guerras civiles, innumerables gobiernos, más de un escándalo, pero
sobre todo, las ilusiones de sus directos beneficiarios; podemos decir, “no hay
plazo que no se cumpla”, esta vez se cumplió… el agradecimiento tienen
numerables protagonistas, pero vale la pena decir este 24 de mayo, tenga un
feliz cumpleaños 173, General José Rafael Ramón Eufrasio de Jesús González
Valencia, su gestión permitió que no quedara en el olvido el anhelo de los
Generales Wilches y Reyes, el de todos nosotros… así tuviéramos
que haber esperado más de un siglo.
Debo decirlo… para los oportunistas, la carretera Troncal
Central del Norte ¡no! se construyó en 20 meses.
Mucho
he repetido, hay que cambiar, “el hacer por hacer, por el saber hacer”.