Pan, Arepa, Civilización y Espiritualidad

Santandereana, Paisa, Boyacense, también venezolana;

las hay de maíz, de mazorca, de trigo, frágiles como la de borona,

gordas como la liuda, tiernas como las de choclo,

con aroma característico como la de maíz pelao,

cocidas en tiesto, piedra, horno…

grandes, pequeñas, en mitades y cuartos;

en todas partes se disputan su origen,

 su tradición, hace un llamado a la calma;

son tan antiguas como la misma humanidad,

han cambiado de nombre, pero su principio no es más

sencillo que el de proveer alimento, conservar el grano,

facilitar su transporte, incluso su comercio…

las escrituras le llaman pan…

nosotros… ¡arepa!...

Por Germán Alfonso Garcés Mariño
Chicamocha News – 30 de marzo de 2024

Finaliza el tercer mes del año bisiesto y esta vez empalma con la celebración de la Pascua y la Resurrección, en el cristianismo y en otras religiones, estos eventos están asociados a uno de los principales alimentos de la humanidad, tan antiguos casi como la misma civilización.

 
En Sumeria o en el sur de Mesopotamia, hacia el año 6000 a. C., alguien comenzó a elaborar pan, tal como lo conocemos hoy, con las fases bien diferenciadas de amasado y calentamiento; empleaban las cenizas de un fuego para elaborar los panes; al igual que el pan que conoció la civilización egipcia, alrededor del 2000 a. C. aunque ya se hacía la masa con harina y agua, no se fermentaba, este proceso fue aportado por los mismos egipcios, ellos descubrieron que fermentando la masa, el pan gozaba de características más organolépticas, más gustosas.

El pan, un alimento básico que ha estado ligado a todas las clases sociales, tiene una historia que se desarrolla paralela al uso de los cereales por parte del ser humano; es un producto directo del procesado manual de los cereales y es muy posible que fuese la primera aplicación alimenticia de estos; en la historia, el pan se ha elaborado con el cereal disponible en cada región: trigo en Europa y parte de África, maíz en América y arroz en Asia;  el pan originario, elaborado con especies antiguas de cebada, pudo haber sido uno de los primeros alimentos procesados en la historia de la alimentación.

La masificación del pan en la escala mundial no tiene una transmisión directa, la concepción de la razón del ser humano y la aplicación de la inteligencia para la solución de problemas, en este caso de la preservación de la vida desde la alimentación, hace que en América, el maíz sea la materia prima del pan precolonial; antes de la colonia no existía en este territorio el trigo, el arroz y, a propósito, tampoco el cannabis o marihuana, haciendo un pequeño paréntesis, (nuestros antepasados indígenas no tuvieron una cultura ligada a este tipo de alucinógeno, el cual es introducido por España entre 1530 y 1545; por lo tanto la defensa del consumo de este producto no es más que la defensa de la cultura española… de la cual muchos reniegan, algunas veces bajo la influencia de la cannabis sativa).

 

Pan; arepa de maíz seco, arepa de seco o arepa de borona,

Carcasí - Santander

El maíz, también conocido como zea mays, es un cereal originario de México, hace aproximadamente 10,000 años, propio de los pueblos originarios del eje Neovolcánico mexicano, quienes comenzaron a cultivarlo, llegando a su domesticación permitiendo la conformación de sociedades sedentarias, teniendo el maíz en el sustento fundamental de las culturas mesoamericanas.

Los mesoamericanos no solo utilizaban el maíz como alimento sino también como parte esencial de sus ceremonias religiosas; los mexicas adoraban a la diosa del maíz, Centéotl, y en la cultura maya, se relacionaba con historias como cuando dioses crearon al hombre a partir del maíz.

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Los muiscas fueron un pueblo indígena amerindio que habitó el altiplano cundiboyacense y el sur del departamento de Santander, en el centro de Colombia, aproximadamente al siglo VI a. C., y sus descendientes actuales viven en los departamentos de Cundinamarca, Boyacá y parte de Santander; es decir, en las estribaciones del Chicamocha Medio, también llamados chibchas, esta denominación es incorrecta, ya que los chibchas son en realidad todos los grupos pertenecientes a la familia lingüística chibchense, como los U’wa, los motilones-barí o los kogui… tema de otro espacio.

Los muiscas poseían su propia concepción sobre la creación del universo, su propia economía y alimentación, basadas en diversos cultivos, siendo principales la papa, frijoles, calabazas y diversas frutas como piñas, guayabas y moras; obviamente, su agricultura se centraba en el Maíz, el cual utilizaban para hacer arepas, uno de los alimentos más comunes en su dieta.

La arepa es un plato precolombino conocido y discutido en Colombia, Panamá y Venezuela; previo a 1492 d.C., para el cual se tenían diverso instrumentos y métodos para moler el maíz, las planchas de arcilla y piedras o lajas en las que se cocinaban las arepas, enriquecen la arqueología de la zona; no se ha determinado en qué país se concibió la arepa; la presencia del maíz, tanto en Colombia como en Venezuela, tiene sus primeros registros hace aproximadamente 6000 años.

La arepa encuentra un significado lingüístico primitivo, toda vez que el nombre “arepa” está relacionado con la palabra “erepa”, que significa “pan de maíz en forma redonda”; lo que nos conlleva aquí el pan de forma redonda, sometido a cocción por fuego y al cual se le adicionan diversas especies, texturas y sabores, conduce a un ejemplo de convergencia tecnológica, refiere el proceso mediante el cual diferentes culturas o grupos humanos llegan a soluciones similares o idénticas para desafíos específicos.

Es precisamente el pan, el cual simboliza la Pascua e inclusive la misma Resurrección, el pan está intrínsecamente vinculado a la Última Cena en que Jesús compartió con sus discípulos antes de su crucifixión; durante esta cena, Jesús tomó pan, lo bendijo y lo partió, diciendo: “Esto es mi cuerpo, que es entregado por vosotros; haced esto en memoria de mí” (1 Corintios 11:24), así el pan se convirtió en un símbolo del cuerpo de Cristo. Jesús se refirió a sí mismo como el “Pan de Vida”. (Juan 6:35), dijo: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás”. El pan representa la satisfacción espiritual, así como el pan físico nos nutre, Jesús es quien nos alimenta y sacia nuestras necesidades más profundas.

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En otra perspectiva, dando un vistazo a los diarios de guerra, (bitácoras), del General José Pacífico Solón Wilches Calderón, “el León del Norte”,  en la disposición del menaje de campaña para los soldados, allá hacia 1862, en lo que se denominó Estado Soberano de Santander, describe la conveniencia de no incluir algunos alimentos, destaca “la arepa de maíz seco o arepa de borona, resulta inconveniente toda vez que su transporte deteriora el producto y su consumo excesivo descompone la digestión de los combatientes; su elaboración es dispendiosa y su período de cocción demasiado largo”; los militares de la época deberían cubrir todos los flancos, inclusive el del bienestar gastronómico de sus hombres.

Tenía razón en cuanto a la elaboración dispendiosa de la arepa de maíz seco, arepa de seco o arepa de borona… escasamente se encuentra quien la elabore en la actualidad… el tratamiento del maíz, el proceso de molido, cernido, la meticulosidad en el amasado, la destreza y habilidad para la cocción, la cual necesariamente se debe hacer sobre tiesto de piedra y por un solo lado de la arepa, el otro lado se dispone prácticamente sobre las brasas, en un dominio del calor por parte de las manos de quién hábilmente lo elabora; esas manos ancianas que durante este tiempo prácticamente han desaparecido; en la Semana Santa esas mismas manos reparten bendiciones, esgrimen una camándula y bendicen el pan en sus mesas.

Mucho he repetido, hay que cambiar, “el hacer por hacer, por el saber hacer”.

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