¡Tenías que verle la carita al muchacho! ¡Estaba pálido! - “Eh, loco, todo eso sonó a maldición; ¡la rechazo!” -me dijo. Lo miré con ternura y le dije: - “Flaco, lo que me pasa es que me pediste que ore para tener lo que Dios me dio a mí; y lamentablemente no conozco otra manera de obtenerlo. Si quieres tener lo que tengo, vas a tener que vivir lo que yo viví; de otro modo, solo querés mi tierra prometida, pero no mi desierto” Se fue triste, porque pensó que con una imposición de manos, saldría por las naciones, a llenar estadios.